Reproducimos esta crónica publicada en el diario "El Tiempo" (http://eltiempo.pe/una-cama-sucia-duerme-rescatista-flacuchento-desnutrido/) sobre el conocido personaje "el Greco". Precisamos que el texto y las fotos pertenecen al diario decano de Piura.
Piura.- La habitación de El Greco
huele a comida podrida, orín y tierra húmeda. No se trata del famoso cantante
del siglo XX o el pintor del Ranacimiento, sino del rescatista piurano César
Augusto Casariego Gutiérrez: 64 años, un pasado delictivo, vicios reconocidos y
mucha fama por ser el rescatista de ahogados y vivos cuando el río Piura se
desbordó e inundó a miles de familias el 27 de marzo pasado.
La habitación de El Greco está
destruida. No tiene sala, no tiene patio, no tiene cocina. No se trata de un
exrescatista profesional que colmó portadas, sino de un hombre flacuchento y
desnutrido que en 1998 salvó más de 10 vidas cuando el puente cayó. El 2017, 19
años después, siguió rescatando a afectados, sin las fuerzas de antes, pero con
las ganas de un portento y una voz ronca reflejo de su vida bohemia. Lo hizo
porque quiso, porque dice que es un don enfrentar las aguas del río.
César Augusto Casariego cumple
65 años el próximo 6 de agosto. Su cuerpo parece que se quiebra. Mucha
marihuana, PBC y malas comidas. “La coca es para los rubios”. Está acostado en
un colchón maloliente y salpicado de tierra. Son las seis de la tarde en la
calle Moquegua de Castilla, a pocos metros del río Piura…ese río veleidoso que
hace un mes sobrepasó expectativas y registros cuando convirtió en damnificados
a familias adineradas y pobres.
Según el Centro de Operaciones
de Emergencia Nacional (Coen), hay cerca de 185 mil damnificados en el país, es
decir, gente que perdió todo debido a lluvias, huaicos o inundaciones por el
Niño Costero. César Augusto “El Greco” es uno de ellos, aunque a él no le
importa, salvo la preocupación por conseguir dinero y comprar medicina para la
tos que le aqueja. “Toma las fotos que desees”, susurra.
Sobre su colchón, cubierto con
una sábana blanca, hay un rosario, una navajilla roja, una batería de celular
marca Huawei, un cepillo verde y un envoltorio de pastillas Ibuprofeno. El
Greco se mueve sobre sí, trata de hallar una posición relajante para seguir
conversando. A unos pasos de él, un plato tiene dos limones y una papa…más
allá, cerca a la puerta de madera, su cámara de llanta con la cual rescató a la
gente que pudo.
“Tengo dengue”. Se le escucha sin verle el rostro; la oscuridad en esa habitación es densa, ataviada a penas con las luces de la casa de al lado. “Allí vive una hermana mía, unos sobrinos. A veces me trae comida Priscila, una amiga. Me ayuda Manolo Navarro”. Señala, entonces, unos recipientes de tecnopor en el suelo. Tiene sed.
Castilla, donde vive
Casariego, concentra la mayor cantidad de casos de dengue (entre confirmados y
probables) de la región Piura hasta el 15 de abril, de acuerdo a información
del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades del
Ministerio de Salud. En lo que va del 2017, este distrito presentó 1.198 casos,
seguido por Sullana con 1.009 y Piura con 1.000.
Su flácido cuerpo se torna
pesado, anciano, indefenso ante las bacterias del ambiente. El Greco no sabe si
es miércoles o jueves. “Ya no sé ni qué día estamos, conchasumare”. De pronto, una perra entra a la habitación.
Es Chiquita. Así le llama César Casariego, quien le hace cariños en la cama,
sonríe, tose, le palmotea el rabo con tanto amor que hasta abre un recipiente
de tecnopor para que coma los restos de la comida regalada en el almuerzo. Hace
una pausa:
-Tengo cinco gatos techeros, una perra, tres hijos con mi esposa y otros tres callejeros.
No se sabe de los hijos de El
Greco; solo de un sobrino, “el negro Iván”, quien ha muerto de un balazo en el
asentamiento Temple Seminario, en Piura. Así anda, pues, al anochecer de un 26
de abril de 2017, un mes después de que el gobernador de Piura, Reynaldo
Hilbck, asegurara que llegaba a Piura ciudad y Bajo Piura un caudal de más de
2.700 metros cúbicos por segundo. Sin embargo, llegaron más de 3.400.
“¡Espera un poco, un poquito
más, me moriría de felicidad!”. El Greco entona una canción de El Greco, o sea
el argentino Carlos Alberto Burlet. Así se explica a sí mismo, cantando la
melodía que le encanta. No le importa ahora quién es el responsable de las
gestiones de prevención por inundaciones. El Greco ha salido en la televisión y
se ha leído en los diarios. Asegura que trabaja por la comuna de Castilla:
“limpiando por el cementerio”. Nació en Sullana hace 64 años, allí aprendió a
nadar, en El Chira, y luego llegó a Piura, a Castilla, a nadar en el veleidoso.
Y terminó el colegio en el San Miguel.
El Greco se ha descrito en su
propia habitación, con su propia perra recogida de la calle. Cerca de la ocho
de la noche, decide salir. Se sienta en el pórtico de su casa. “Moquegua 304,
Castilla”. César Augusto Casariego es un hombre alto, flaco y desnutrido.
Exconvicto. Devoto del Señor Cautivo de Ayabaca. “Me cogieron en El Indio.
Posesión de drogas”. No recuerda el año en que estuvo preso. O no lo quiere
decir. Tomado de: http://eltiempo.pe/
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